Una fortuna con alas se esfuma de los Yungas

Par Melo2

“No tenemos datos precisos; pero calculamos que entre 200 a 250 mil insectos salen cada año del país”, formula el biólogo Fernando Guerra Serrudo, investigador de la Colección Boliviana de la Fauna del Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés. Sin revelar su profesión, Guerra se contactó el 2007 con dos traficantes que le confiaron que desde Bolivia y Perú se trafica cada año por lo menos medio millón de especímenes.
En la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, el consultor David Kopp es más cauto. “Al ser una actividad ilegal, no sabemos el número de insectos traficados. Pero, como dato, en una caja de plástico de unos 30 por 30 centímetros entran 100 mariposas y, cada año, entre los meses de febrero y mayo se envían a Estados Unidos y países de Europa y Asia de dos a tres cajas por semana”, expone.
El “negociado alado” rinde buenos réditos a la red delincuencial. “Ponle nomás: un dólar por cada uno de los 250 mil bichos, son 250 mil dólares al año”, denuncia Guerra. Ésta es la estimación más baja sobre las ganancias, porque existen especies endémicas o nativas que llegan a costar hasta 2.000 dólares por individuo. Basta visitar internet para comprobar el alto tarifario de mariposas y escarabajos bolivianos.

“En los Yungas, dependiendo del estado en el que se encuentre, la Agrias puede llegar a costar 50, 150 ó 200 bolivianos. Afuera, vale hasta 2.000 dólares”

"Sin abejas, no hay orquídeas
No sólo las mariposas nacionales son víctimas de este mercado negro. Las abejas Eulaema sp, que se caracterizan por su coloración metálica, también son traficadas en precios que oscilan entre dos y 10 dólares, por ejemplar.
Nativas de los Yungas, estas abejas son las especialistas en polinizar las orquídeas. “Si el insecto desaparece, la flor morirá”, sostiene el biólogo Guerra. Por ello, es doblemente peligrosa la caza de este insecto, cuyos ejemplares pequeños miden hasta un centímetro; los grandes, dos.
Los delincuentes construyen redes y trampas de gasa, en las que colocan trozos de algodón remojados en químicos similares a las feromonas (substancia que secretan las abejas). Ese olor atrae a los machos que, a diferencia de las hembras, no pican. Los insectos son así fácilmente atrapados y depositados en cajas que saldrán por decenas de Yungas."

El tráfico de especies no cesa pese a la Ley de Medio Ambiente 1333, que sanciona la caza, el acopio, transporte y comercialización de animales, con la privación de libertad de uno a dos años.

“Hay peruanos que compran escarabajos. Creo que están acabando con estos bichos”, formula Vicky Ossio, dueña del refugio Senda Verde de Coroico.

Parte, si no toda la mercadería ilegal de insectos que sale de los Yungas llega a La Paz. En la calle Sagárnaga existen al menos cuatro tiendas donde se venden mariposas, escarabajos, abejas y hasta arañas en precios que oscilan entre 45 y 330 bolivianos.

“Si quiere se lo puedo hacer traer alguna especie exótica... más carito”, dijo la dueña de uno de aquellos locales. En las galerías, los cadáveres alados se exhiben junto a chuspas, chalinas y artesanías de cerámica.

Los insectos son los más desprotegidos de la fauna boliviana porque no se sabe cuántas especies existen y cuáles son endémicas. En el Ministerio de Medio Ambiente y Agua esperan publicar a fin de año el primer “Libro Rojo de Invertebrados”.

Para salvar el tesoro

“Si no hacemos algo ahora, nuestros insectos desaparecerán”, advierte Guerra. Para el biólogo, se debe apostar al manejo sustentable. “Los japoneses tienen criaderos de escarabajos y Bolivia puede hacer algo similar”. Recomienda encarar con las comunidades proyectos sostenibles.

“Costa Rica vive de la venta de mariposas y nosotros tenemos endémicas, como la Agrias , que valen 2.000 dólares —alerta el biólogo—. Hay que hacer algo antes de que el tesoro se vaya volando”.


Fuente: Jorge Quispe -Revista Escape de La Razón